Alerta por el robo de taxis en la estación de Atocha de Madrid, tres Taxis han sido sustraídos mientras los conductores bajaban las maletas de los clientes. Un hombre ha sido detenido junto a la Cañada Real como presunto autor de los hechos.
Los taxistas que prestan servicio en la estación Atocha están en alerta. En lo que va de semana ya son tres los vehículos que han sido sustraídos mientras los conductores ayudaban a sus clientes a sacar el equipaje del maletero.
El último en llevarse un sofocón ha sido Manuel, que cuenta su experiencia a cambio de que no demos su nombre real. Sobre las 13.30 horas de ayer recogió en un hotel de la calle Serrano a unos turistas argentinos que necesitaban coger un AVE. Llegó al destino, les cobró la carrera, echó el freno de mano y bajó un momento del vehículo sin detener el motor como de costumbre.
«Los clientes tenían tres maletas y sólo me dio tiempo a sacar una. Cuando iba a coger la segunda me percaté de que un hombre se había subido al coche y estaba empezando a acelerar. Fue como de película. Me agarré a la ventanilla y empecé a correr. Pero el tío no paraba. Así que terminé por soltarme. Y entonces entré en shock».
Cuando pudo reaccionar, Manuel bajó a la comisaría que tiene la Policía Nacional en Atocha a interponer la correspondiente denuncia. Según relata, los agentes le pidieron el número de matrícula de su taxi, un Skoda Octavia, y el de la licencia y dieron aviso por la emisora. Poco después una patrulla detenía al ladrón mientras circulaba por una rotonda próxima a la Cañada Real.
Entre tanto le había dado tiempo a rebuscar en la guantera del coche, de donde extrajo el GPS, y a meterse en el bolsillo un billete de 10 euros. También había abierto el equipaje de los turistas. Todos los objetos sustraídos fueron devueltos posteriormente a sus dueños.
El detenido fue conducido ayer a comisaría y previsiblemente hoy pasará a disposición judicial. Según los primeros indicios, se trataría de la misma persona que ha robado otros dos taxis esta semanaen Atocha, uno el lunes y otro el miércoles.
En todos los casos se ha repetido el mismo ‘modus operandi’: el ladrón ha aprovechado que los conductores se han bajado de los coches dejando las llaves puestas para arramplar con los vehículos. Las fuentes policiales consultadas indican que podría tratarse del primer eslabón de una red dedicada al robo de coches para su posterior venta por piezas en el mercado negro.
La descripción del delincuente que ofreció Manuel coincidía con la de las dos denuncias presentadas previamente esta semana. Era un hombre de alrededor de 1,80 metros de altura y de complexión no muy fuerte. «Pero no me dio tiempo ni a verle la cara», señala la última de sus víctimas.
Un hecho no habitual
En Adif, la empresa pública responsable de la estación Atocha, explicaron ayer que los robos se han producido en «una zona muy concurrida» por los conductores profesionales, «con cámaras de seguridad» y donde además «suele haber un vigilante». «Ha sido un hecho puntual, no hay constancia de que haya una banda que se dedique a este tipo de actos delictivos», explica un portavoz.
En la Asociación Gremial del Taxi de Madrid se lamentan de «la escasez de medios en el control de pasajeros» que acceden a este servicio de transporte público en la terminal de trenes más concurrida de España, lo que entienden que contribuiría a evitar los robos. Además, echan en falta «una mayor implicación de la Policía Municipal y de los agentes de movilidad» y, en general, de «la falta de consideración» del Ayuntamiento de la capital con el colectivo. «Ahora, por ejemplo, nos están quitando paradas históricas, como la de Prosperidad y una de Avenida América, sin ni siquiera consultarnos», se lamenta uno de sus miembros.
Manuel volverá a salir hoy a la calle con su taxi abollado y el parachoques trasero suelto, ya que el ladrón en su huida estampó el lateral derecho del vehículo contra algún sitio. En 20 años de profesión sólo le habían roto un par de veces la ventanilla para robarle algún objeto que se había dejado dentro. «Pero así, delante de mis narices, nunca. Y no veas la sensación de angustia que se te queda».
Fuente: Elmundo